En la industria alimentaria global, la calidad del aceite de girasol no solo depende del origen de la semilla, sino también del proceso de extracción. Dos métodos dominan el mercado: el prensado en frío y el prensado en caliente. La elección correcta puede marcar la diferencia entre un producto premium y uno convencional.
Según estudios realizados por la Universidad de Almería (España), las semillas de girasol con un contenido de grasa superior al 45% responden mejor al prensado en caliente, ya que logran una extracción más eficiente (hasta un 92% de rendimiento). En cambio, si el contenido está entre el 35% y el 42%, el prensado en frío es ideal para preservar los antioxidantes naturales como el tocoferol (vitamina E) y el ácido linoleico.
| Parámetro | Prensado en Frío | Prensado en Caliente |
|---|---|---|
| Rendimiento (%) | 78–85% | 90–92% |
| Temperatura de operación | ≤ 40°C | ≥ 70°C |
| Valor nutricional | Alto (vitamina E, polifenoles) | Moderado (pérdida parcial de nutrientes) |
| Costo energético | Mayor | Menor |
Una planta de procesamiento en Argentina que produce aceite orgánico para mercados europeos utiliza prensado en frío para semillas con 40% de grasa. El resultado: un aceite de color amarillo pálido, sin olor fuerte, y certificación USDA Organic. Por otro lado, una fábrica en Turquía que abastece a grandes cadenas de supermercados usa prensado en caliente para semillas con 47% de grasa, logrando una producción diaria de 12 toneladas con menor consumo energético.
Estos ejemplos muestran que la decisión no es solo técnica, sino estratégica. Si tu cliente busca salud y sostenibilidad, el frío es tu aliado. Si la escala y el costo son críticos, el caliente puede ser más rentable.
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